miércoles, 13 de agosto de 2008

... sobre días malos


Es un hecho: hay días malos. Sí, igual que los hay regulares, buenos y muy buenos. Pero está claro que los peculiares son los malos... aquellos en los que te levantas y tiras la crema por el suelo; sales a la calle en tirantes a las 8 de la mañana y hace un frío que pela; llegas al trabajo y te cae encima un marrón de los grandes que se escapa a toda lógica y además parece que eres la imbécil que hace el trabajo sucio mientras otros se lavan las manos; sales de trabajar y pierdes el bus, lo que implica que tienes que esperar 20 minutos para que llegue el siguiente ya que el metro no lo puedes coger porque la línea está cortada (bienvenidos a Madrid durante el verano...); como has salido a las tantas no llegas a las tiendas Vodafone para canjear los puntos que te caducan en dos días, por lo que te acercas a un Corte Inglés y resulta que la dependienta te informa de que no tienen el móvil que quieres; te vas a cenar a un Vips y se olvidan de un plato; vas a coger el bus de camino al Más Allá y vuelves a llegar tarde, así que te pillas otro que te deja a la otra punta del pueblo por no esperar otros 20 minutos; se te acaba la batería del móvil (de ahí lo de cambiarlo...); por fin llegas a casa, abres la puerta y se te cae una silla (que lleva varios días esperando que alguien la baje a la basura) en todo el pie; enciendes el ordenador y comienzas a leer cosas que mejor no haber leído...


Entonces decides irte a la ducha, te enjabonas, te metes debajo del agua y el tiempo se detiene. Cierras los ojos, que están a punto de estallar en lágrimas, y, mientras el agua cae, comienzas a sentirla... ahora fría, ahora caliente.... fría... caliente... fría... caliente... Los minutos se difuminan y el efecto mágico del agua hace que, por un momento, olvides tu nefasto día y te den ganas de transportarte directamente a la cama, donde podrás borrarlo definitivamente...


Allá voy...


Buenas noches....


No hay comentarios: