viernes, 18 de marzo de 2011

… sobre metas y objetivos


Estoy de vuelta, aunque ahora vivo en París. Todo un cambio, sí señor.

Y a pesar de lo extraño que le parezca a todo el mundo, yo lo veo todo de lo más normal. Por eso me sorprende la pregunta recurrente “ y, ¿ por cuánto tiempo?”. Pues no sé, no tengo nada pensado. ¿Hay que definir un plazo para todo? Acabo de llegar, no tengo por qué saber cuando me iré. Es más, por el momento he decidido no planear mi futuro y quizás tenga mucho que ver el que mi objetivo está cumplido. Estoy aquí, punto. Por eso, y hasta que tenga la necesidad de buscar otro (la vida se mueve siempre por metas, no nos engañemos), disfruto de este. Es así de simple. Ahora tengo mi "petit palais", voy a la compra, pago mis facturas gracias a un sueldo digno, hablo en francés y vivo a 1300 km de Móstoles. Mañana, ¿quién sabe?

Los objetivos guían nuestra vida y determinan el grado de felicidad de cada momento. Una vida sin metas es una vida vacía. Y hablo en plural porque siempre tenemos varios en mente, tanto a corto, como a medio y a largo plazo. Algunos se alcanzarán, otros cambiarán con el curso de la vida, y otros no se lograrán jamás. Es así, no hay que darle más vueltas. Por eso, cuando uno es consciente de la dificultad de alguno de ellos y, aún así, ve que se cumple, no queda más que disfrutar del momento y de la satisfacción de haberlo logrado. Hay que aprender también a saborear las conquistas para coger fuerzas e ir a por la siguiente.

Así pues, me declaro en estado de "reposo activo" hasta que la vida me pida otra cosa.

Sí, amigos, estoy de vuelta.